Esas personas...

Muchas veces he pensado en "esas personas..." pero ayer fue un sentimiento nostálgico el que me acaparó y me dijo que escribiera este homenaje a ellos. Ese halago que nunca hice, ese abrazo que nunca di, o ese gracias que el tiempo me impidió pronunciar y que de repente, una impotencia que venía de la mano de la nostalgia, me decía que tenía que escribirlo todo junto.

Esas personas que un día pasaron por mi vida y la hicieron una vida mejor. Algunas apenas unos minutos o menos. Otras unos días, semanas o incluso algún año. Incluso algunas de esas personas quedaron en letras a través de mi pantalla del ordenador, o tras una parada de autobús urbano, quedaron allí, y dentro de mí.

Y un buen día, el destino te separa y sólo te deja esos segundos, o semanas, que te regaló y que siempre quedarán. Ese amigo que vino de Barcelona y se fue con dos cajas de piononos en el tren, años después aún le recuerdo rojo de vino y Sol agarrando las farolas de Puerta Real camino del Hotel Carmen a echar una merecida siesta ganada en la bodega del Ruta del Veleta. O más recientemente esa grata compañía en Palafrugell, que curiosidades del destino, comparte nombre con el primero.

O aquellas caras que reflejaban sonrisas sin nombre cuando yo sólo ofrecía lágrimas. Esas personas que fugazmente aparecen, como ángeles de la guarda, y desaparecen con una misión cumplida, cuidar de tu alma.

Ese hombre que trabajó conmigo y pasó días vigilante, para conocerme y saber qué decirme una tarde cada quince días durante más de séis meses, para hacerme salir del amargo trago de una cabeza más que revuelta, destrozada.

Sin ellos, tampoco sería yo y quizás, incluso, alguna de esas personas pudiera leer esto algún día. Sólo decirte, si lo estás haciendo, sí, también me refiero a ti.