sábado, 16 de febrero de 2008

Más allá de las siete de la mañana

No serían más allá de las siete de la mañana de cada día que he pasado con él, lleno de ilusión y después de levantarme, entraba en el despacho de mi abuelo, que escribía hasta que yo llegaba. La letra más especial y bonita por su particular caligrafía se iba depositando en las hojas del diario cada mañana y yo, me subía por su imponente sillón y me sentaba sobre sus piernas. Cada rincón de sus cajones estaba abierto para mí, sus tesoros, sus relojes de chinatown de Torremolinos, aquel puño americano de su época de alférez, los útiles de escritura. Más adelante sonaba la puerta, era Ruiz López, el municipal del pueblo con las muestras. Había que analizarlas, me enseñó a manejar aquello, que fue mi primer ordenador, el triquivisor.

Su regazo me transmitía seguridad, siempre había un lugar para mí.



Las puertas de la casa se abrían por la mañana y se mantenían hasta la noche. Mi abuelo, el veterinario, también era la persona a la que acudía cualquiera que necesitara hablar con un amigo, con un sabio, con alguien que tuviera la palabra que iba a reconfortarle. En el gran reparto a él le tocó llevar la alegría a los demás y conseguía burlarse de los problemas y hacerlos desaparecer.







Con él he aprendido a ser persona, a respetar por encima de todo, a amar a las mujeres…ay!!!! las mujeres!!!, cómo nos han gustado, ¿verdad abuelo?. Para qué poner a un rey habiendo una reina tan guapa. Quererlas y respetarlas, admirarlas, y por encima de todas una, enamorado hasta el último momento, la abuela iluminó sus ojos y cuando nada quedaba en la memoria, sólo su nombre pronunciaba sin titubeo, Mercedescalle.



Se rió de la hipertensión, de un infarto o de un derrame, incluso de que le arrollara un autobús, partiéndole gravemente una pierna. Siempre se ha reído a grandes carcajadas y hoy en el cielo todo el mundo ríe con mi abuelo Questo.



No serían más allá de las siete de la mañana, ha llegado justo a la hora de escribir, por favor, esperad a que termine de hacerlo, que yo nunca lo dejé.

7 comentarios:

Silviamartín dijo...

"...sus tesoros..."

Él era tu gran tesoro y tú fuiste el mayor de los suyos, el más pulido, por eso hay tanto de él en ti.

Anónimo dijo...

Siento mucho este mal trago que te toca afrontar, que no por previsible deja de ser duro.
Recuerdo cuánto me impactó escucharte hablar sobre él durante una comida madrileña y en ese momento temí la llegada de este día. Sin embargo ahora, leyéndote, me quedo tranquila y con la seguridad de que en realidad lo único que va a faltar es su presencia física, que no es poco pero tampoco es todo.
Un fuerte abrazo para ambos, y mucho ánimo.

conefe dijo...

Te acompaño en tu dolor.

javi_indy dijo...

muchas gracias a todos, Silvia, tú lo sabes bien, y eso que dices, es tal honor para mí que no sé si es así, pero me encantaría que lo fuera porque significaría que soy buena persona.

Irene, es cierto todo lo que dices y es verdad que siempre he llevado a mi abuelo conmigo. Desde pequeño, todos los que han estado a mi lado, han sabido de él y me alegro de que tu hayas sido una de esas personas. Gracias.

Fernando, tú apoyo es especialmente emotivo. El dolor que te ha tocado a ti estos días es muy duro y que aún así saques una frase de apoyo, me produce admiración. Muchas gracias compañero.

Anónimo dijo...

Sé, por lo que sé de su nieto, por la admiración que le tuvo, lo que me contó que de él aprendió, mucho de lo que ahora él es, lo que debió ser alguien que no tuve la oportunidad de conocer pero que, por todo ello, también ha dejado su impronta en mí.
Un abrazo enorme

Anónimo dijo...

Es fácil ver en tus palabras la cantidad de cariño y de enseñanzas que ha dejado tu abuelo en ti. Consérvalas como un tesoro y como una seña de identidad.
Un abrazo compae!

javi_indy dijo...

si habitualmente los comentarios se leen con ilusión, en este caso hay mucho más, sobre todo emoción.

Galo, desde nuestra primera noche en le Camborio ya te hablé de mi abuelo, siempre lo he llevado conmigo porque es la persona de la que más orgulloso me siento. Tus palabras me hacen ver que en todo momento le he hecho el honor que merece, y eso me hace sentir especialmente bien, sólo puedo agradecerte mucho, y tú sabes cómo, lo que me dices. Un abrazo amigo

Paco, me ilusiona mucho que hayas venido hasta aquí a darme tu apoyo y tu mensaje. Igual que le digo a Galo, aunque por motivos diferentes ya que contigo no he tenido la ocasión aún de hablar tanto, me haces ver que honro a mi abuelo, y eso me llena. Te lo agradezco enormemente. Un fuerte abrazo, nos vemos pronto.