lunes, 3 de enero de 2011

Dia de la Toma, 2 de enero de 2011




Mis primeros recuerdos del Día de la Toma provienen de la insultante edad de dieciséis años, y de esto hace ya unos veint…, y de esto hace ya. Un día 2 de enero me dijo mi amigo Eduardo, que era costumbre de las mozas de Graná subir a la Alhambra (que además era gratis) y tocar la campana de la Torre de la Vela si querían casarse ese año. Así que ambos dos, nos dirigimos prestos y dispuestos, sino a buscar futura esposa, sí a darles cariño a aquellas muchachas que lo buscaban. No hubo éxito, qué se le va a hacer, en ese intento tan galante de aprovechar la coyuntura.

El Día de la Toma era ese día extra para barajar la resaca de la noche de fin de año y una manera relajada de entrar en el siguiente. Poco a poco fui sabiendo en qué consistía realmente ese día y me gustaba pasear por el centro, y escuchar ese “GRANAAAADA!!!”. Incluso recuerdo explicarle a un compañero de carrera musulmán de qué trataba ese día, y él mostrar gran curiosidad e interés, ya que también era un acontecimiento histórico para su gente.

Poco a poco fui escuchando voces de protesta que no entendí, y un buen día me encontré a varios radicales voceando consignas del pasado. Cuatro mentes aburridas y sin recursos para más, que con sus cabezas afeitadas, se calentaban a base de bramar frases hechas por otros hace varias décadas, y que no nos llevan a nada hoy en día. Las protestas de unos, sacaron de su guindo a los otros.

Ayer viví el Día de la Toma desde dentro, gracias a esto de hacer fotos. Pude verlo todo, aquellos (que ya son más), los otros (que también lo son), muchos funcionarios de policía haciendo una grandísima labor para evitar que agua y aceite se mezclaran, y, sobre todo, muchos granainos queriendo disfrutar de un relajado día, el día de su ciudad, sin más. La ciudad de los cristianos, de los musulmanes, de los judíos, de los agnósticos, de los ateos. De los de izquierda, de los de derecha, de los de aquí, y de los que vienen de allí. De todos los que sentimos Granada como nuestra, seamos de donde seamos. No podemos rechazar nuestra historia, ni reescribirla, pero sí podemos mirar hacia delante y sentirnos orgullosos de la convivencia que realmente existe aquí, al margen de cuatro, o cuarenta pelagatos a los que se les va la fuerza por la boca.

Por mi parte, no dejé de pensar en mi amigo Eduardo, al que tengo irremediablemente aparejado a ese día. Me acordaba muchas veces, de aquel primer Día de la Toma del que tuve consciencia, y mientras, mi amigo, estaba viendo nacer a sus primeros hijos. Los mellizos Elena y Edu, con 2.961 y 2.841 gramos respectivamente, que por gracietas del destino, vinieron al mundo en este día. Esto es lo que realmente me importa.


Ver reportaje completo, junto a Ferminius en homofotograficus.com

1 comentarios:

Silviamartín dijo...

Me gusta mucho el reportaje que has hecho, quizás porque es un reportaje que empatiza con el espectador ciudadano, amante de Granada, de su cultura, de su historia y de sus tradiciones.
Quizás hubo más cosas, pero si puedo elegir con lo que quedarme, es aquello que plasman tus fotos.